Diez años haciendo caminar la Fundació Impulsa y transformando vidas por un futuro con oportunidades para los jóvenes.

Hace diez años, un grupo de empresarios decidió pasar de la inquietud a la acción. Con una tasa de paro alarmante, jóvenes que abandonaban los estudios y la necesidad de profesionales especializados en oficios, vieron claro que, más allá de su día a día profesional, era necesario emprender una acción conjunta por el futuro del territorio.

Ningún proyecto respondía a sus preocupaciones, pero los contactos profesionales les llevaron a gestar lo que hoy conocemos como un proyecto imprescindible para el futuro de los jóvenes. Así nacía la Fundació Impulsa, una iniciativa que, con amor por el territorio y voluntad de transformar realidades, ha cambiado la vida de más de 650 jóvenes y de sus familias. Y, ¿por qué no decirlo? Ha dejado y sigue dejando huella en toda la red de personas que, de una forma u otra, forman parte de este engranaje. Empezó becando a 16 jóvenes en 2015, y este curso 2024-2025 está becando y acompañando a 340. Y con unos resultados muy positivos: más del 80 % de los jóvenes que pasan por la Fundació Impulsa se gradúan, muy por encima del 50 % en Cataluña. Y todo ello gracias a esta red solidaria de empresas, instituciones y personas que día tras día sigue creciendo y demostrando que, con esfuerzo y colaboración, los sueños pueden hacerse realidad.

 

Los orígenes: Una idea, un propósito, una acción con efecto multiplicador

Carles Cuyàs y Andrea Carandell, cada uno desde su empresa, son dos de las siete almas del Patronato que han hecho posible el sueño Impulsa, una realidad que poco imaginaban tal como la viven hoy. Él ha sido el presidente durante estos diez años y ahora pasa el relevo a Andrea Carandell, hasta hace poco vicepresidenta: “La Fundació Impulsa nació con el objetivo de garantizar que los jóvenes pudieran estudiar Formación Profesional (FP), una vía con un gran potencial para su inserción laboral y social”. Inspirados por valores como el esfuerzo, la constancia y la esperanza, los miembros fundadores comenzaron con pocos recursos, pero con una visión clara: ayudar a los jóvenes a construir un futuro mejor.

Así lo manifiesta Cuyàs: “La Formación Profesional equivale a inserción laboral y social, y cuando ideamos el proyecto de Impulsa potenciamos este camino de entrada a la FP convencidos de que es una vía muy potente para garantizar un futuro profesional a los jóvenes”. Unos inicios austeros que han tenido unos resultados sorprendentes, y es que, tal como explica Carandell, el proyecto arrancó con el objetivo de ayudar a un solo joven, pero en el primer año ya ayudaron a 16.

“Desde el principio tuvimos claro el qué y el quién: queríamos ayudar a los jóvenes a estudiar FP; son el futuro y quienes tienen mayor capacidad de transformar la sociedad. A partir de ahí buscamos el cómo, escuchando a la gente y hablando con los centros educativos, con profesionales y con un conjunto de agentes que fueron construyendo la red que tenemos hoy. Fue imprescindible el apoyo de AUSA Futur, que nos hizo sentir más capaces de sacar adelante el proyecto de lo que nosotros mismos creíamos en aquel momento”, detalla Carandell.

Escuchar las necesidades de los centros educativos, las familias y los jóvenes fue clave para diseñar una estructura sólida, basada en el acompañamiento integral y personalizado: “Al principio no existía una estructura como la que hay actualmente: fuimos desgranando las ideas, buscando ayuda económica y viendo cuáles eran las necesidades de los jóvenes para poder cursar los estudios, como por ejemplo dotarles de un ordenador. Así, entre los miembros del Patronato y todas las personas que se fueron sumando voluntariamente al engranaje, le fuimos dando forma”, explican Cuyàs y Carandell.

 

Impulsa: un método de innovación social

Y es que el éxito de la Fundació Impulsa radica en su modelo único, una combinación de profesionalización e implicación local. El crecimiento exponencial del proyecto en el tercer año permitió contratar a una profesional a media jornada para contribuir a la gestión del proyecto, que seguía alimentándose del voluntariado y, especialmente, en el ámbito de la mentoría, pilar esencial del proyecto en la gestación del Método Impulsa: “Cuando ideamos el proyecto, una de las cosas que tuvimos más claras es que el acompañamiento al joven debía ser transversal. Y partiendo de la premisa de que en los oficios siempre ha existido la figura del aprendiz —que no deja de ser un mentor profesional—, trasladamos esta idea al referente de vida, porque, al fin y al cabo, todos tenemos un referente, y los jóvenes también necesitan poder contar con esta figura. Aquí nace la mentoría de la Fundació Impulsa, en la que fuimos pioneros y que hoy en día, gracias a la profesionalización del equipo psicopedagógico de Impulsa, es también un referente para muchas otras entidades”, asegura Cuyàs.

El equipo psicopedagógico de la Fundació Impulsa y su capacidad de adaptación fruto de la profesionalización nos han permitido innovar constantemente en el método. Uno de los retos que no se planteaban de entrada era que la tarea de Impulsa iría más allá de lo que habían imaginado en un inicio: una beca, un ordenador, una persona mentora… “El día a día nos hizo darnos cuenta de que trabajar con jóvenes implica convivir con sus situaciones personales, conocer bien su entorno de vulnerabilidad y tener la capacidad de darles respuesta. Aquí hemos tenido que ser muy innovadores, y el equipo psicopedagógico ha hecho un trabajo espectacular y lo sigue haciendo. Contamos con 20 profesionales que lo dan todo: son un equipo fantástico que nos ha hecho ser pioneros en el acompañamiento transversal que ofrecemos. Creo que, como Patronato, una de las cosas que mejor hemos hecho es construir este equipo, que es el alma del proyecto”, asegura Cuyàs, que valora su capacidad de adaptación: “La virtud de Impulsa es la metamorfosis que ha hecho, ya que ha pasado de proponerse becar jóvenes facilitándoles recursos económicos a ofrecerles un acompañamiento transversal con itinerarios individualizados. De este modo, jóvenes que no habrían estudiado se han convertido en técnicos cualificados, con valores personales y sociales. Empezamos con unas becas muy homogéneas, porque no teníamos recursos para hacerlo de otra manera. Y, a medida que hemos conocido mejor a los jóvenes, hemos ido perfeccionando el Método y ahora los programas los definimos en función de lo que necesita cada joven”.

 

Crecimiento a todos los niveles
Un proyecto en el que mirarse, que ha crecido no solo en número de jóvenes becados y acompañados, sino también a escala territorial: “Inicialmente buscábamos estabilidad y consolidación, y a medida que empezamos a coger rodaje, nunca nos limitamos y siempre hemos tenido la voluntad de no detenernos, de mejorar constantemente y de llegar cada vez a más jóvenes”, explica Cuyàs, que añade: “Para nosotros ha sido muy importante el crecimiento territorial, para no limitar los recursos. Y aquí ha ejercido un papel relevante la Fundació Nous Cims, que nos dio apoyo en un momento clave para nosotros; pero también las empresas y el sector público que creyeron en el proyecto y siguen creyendo en él”.

Una apuesta también facilitada por la imprescindible figura de los Embajadores y Embajadoras de la Fundació Impulsa, personas arraigadas al territorio y con una trayectoria profesional relevante, que, de forma altruista, acercan el proyecto al tejido empresarial y social: “En los próximos años la figura de los Embajadores pasará a ser aún más presente en la organización de Impulsa, porque, de hecho, son quienes mejor conocen el territorio, y eso nos permitirá detectar con más rapidez las necesidades de cada zona y las oportunidades para captar nuevos agentes para hacer crecer nuestra red. Impulsa es una fundación de país y el método es tan eficiente y solvente que integrarlo en un nuevo territorio es muy productivo en cuanto a resultados, y tenemos que conseguir que esto llegue a todo el mundo”, reivindica Carandell.

Esta carrera de fondo ha permitido que el proyecto de Impulsa sea sinónimo de transformación a muchos niveles: jóvenes que no habrían podido estudiar han conseguido convertirse en profesionales cualificados, con valores sólidos y un futuro prometedor. Todo bajo el paraguas de un modelo referente: los programas de becas y acompañamiento, adaptados a las necesidades específicas de cada joven, se han convertido en un ejemplo de eficiencia, solvencia e innovación.

Un proyecto visionario
Una adaptación constante del modelo que también ha hecho crecer personalmente al Patronato que lo ha liderado y que ahora, mirando diez años atrás, ve en su aprendizaje la esencia de Impulsa: “Con diez años hemos aprendido y crecido: no somos las mismas personas, hemos aprendido a través del esfuerzo y la constancia, que, en realidad, son los mismos valores que queremos transmitir a los jóvenes”, explica Cuyàs con la mirada empañada, mientras asegura que “la Fundació Impulsa aporta una realización personal muy grande e irrepetible. Hemos tenido la oportunidad de ayudar con una forma de hacer que ya es nuestra; hemos sido afortunados de poder hacer crecer este proyecto desde sus inicios. Es realmente emocionante ver que hemos catalizado a tantos agentes en un único foco: el joven.” Y Carandell añade: “Cuando hablas con una persona mentora que sigue viéndose con el joven al que acompañó y que ya no está dentro del programa, y te cuenta cómo la experiencia ha impactado sus vidas, es precioso, es una de las mejores recompensas que podemos tener.” Cuyàs también asegura que: “Es muy satisfactorio saber que formamos parte de la solución a unas problemáticas que detectamos hace diez años y que hoy se han puesto sobre la mesa como problemáticas de país; fuimos visionarios con la necesidad de oficios, de trabajar para reducir el abandono escolar, para reducir la brecha digital con la aportación de un ordenador para cada joven… La anticipación es muy importante, y en Impulsa, como nos acercamos mucho a los jóvenes, detectamos lo que necesitan y nos anticipamos; eso da muy buenos resultados.” Carandell apunta bajo la mirada cómplice de Cuyàs: “Ver el éxito de los jóvenes que pasan por Impulsa es de las mejores cosas que podemos recoger, así como el hecho de saber que, cuando se construyen redes tan grandes con tantos agentes diferentes que reman en la misma dirección, se consiguen grandes resultados. Queda sobradamente demostrada la importancia de aportar granitos de arena. ¡Es muy potente tener una idea y que la puedas hacer realidad gracias a tanta gente que hemos sido capaces de movilizar!

 

Mirada al futuro: nuevos retos, mismas ilusiones
Con el relevo en la presidencia, Andrea Carandell toma el timón con el mismo entusiasmo y determinación que han caracterizado el proyecto hasta ahora: continuar reforzando el método, seguir mejorando el modelo día a día, expandiéndolo a nuevos territorios y reforzando los vínculos con las entidades públicas. Y manteniendo ese firme compromiso con los jóvenes, para que cada uno encuentre las oportunidades que merece para construir su futuro, mientras Impulsa continúa siendo un lugar donde las ideas se convierten en acciones que transforman vidas: “Carles deja un gran legado, sobre todo destacaría su capacidad de captar oportunidades: perseguir las grandes visiones que ha tenido ha hecho crecer Impulsa a todos los niveles. Ha sabido enfocar muy bien la estructura del proyecto para lograr la solvencia del Método. Su pasión, esfuerzo y dedicación nos han llevado a estar donde estamos”, asegura Carandell. Unas palabras que comparte Cuyàs, explicando que dentro del Patronato de la Fundació Impulsa cada uno ha aportado y sigue aportando según su momento vital, y ahora es el de Andrea: “Durante estos años, he sido el referente de Impulsa puertas afuera, y con mi carácter he aportado la imagen de seguridad, solidez y credibilidad que necesitaba el proyecto. Eso era muy importante los primeros años, pero ahora la credibilidad está fuera de toda duda, y Andrea, con su liderazgo, enriquecerá el proyecto, porque ella es pura energía. Su complementariedad encaja muy bien con los tiempos y las necesidades de la Impulsa actual”.

Unas necesidades a las que la Fundació Impulsa dará respuesta en los próximos años, con el mismo empuje e ilusión con que lo ha hecho durante estos diez primeros, y con la seguridad de que lo que vendrá será igual o incluso mejor. Las líneas estratégicas de los próximos años ya están definidas, y ya se está trabajando en ellas: “Veremos una expansión territorial importante: hasta ahora hemos llegado a muchos territorios y ahora toca hacerlo a otro ritmo, y eso se notará. Impulsa estará más próxima a las entidades públicas y se verá que invertir en el proyecto es un éxito asegurado. Además de ayudar a los jóvenes, Impulsa es una oportunidad eficiente y de enriquecimiento del territorio”, afirma Carandell.

Y con esta mirada puesta en el futuro y agradeciendo la implicación de la red de agentes que hace realidad el día a día de Impulsa, Carles y Andrea comparten un abrazo mientras saborean los últimos momentos de este relevo. Conscientes de que, para seguir haciendo crecer este proyecto, será necesaria la implicación de más empresas y del sector público para llevar la ayuda de Impulsa a todos aquellos jóvenes que la necesiten. Y con la convicción de que seguirán remando juntos para afrontar los retos del futuro que vendrán, con el deseo compartido de seguir siendo capaces de emocionar: “Que cuando nuestro entorno escuche la propuesta de valor de la Fundació Impulsa y conozca el proyecto, se emocione como hasta ahora, porque, mientras Impulsa continúe canalizando emociones, será señal de que estamos trabajando con sentido”.

 

 

 

 

 

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