El reto mayúsculo de la salud mental

Profesionales vinculadas con el ámbito de la salud mental como Judith Martínez y Mercè Generó, de Osonament; Tania Casanova, de Ranura y Eva Sánchez, de la Fundación Grup Horitzó del Berguedà nos ayudan a reflexionar sobre la complejidad a la hora de abordar este tema.  

Ansiedad, autolesiones, depresiones, trastornos alimenticios, esquizofrenias y tendencias al aislamiento son solo algunas de las alteraciones de salud mental que hacen sufrir a jóvenes y familias. Los casos aumentan y los recursos son insuficientes. El último informe del Observatorio de los Derechos de la Infancia, con la participación del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, concluye que la sanidad pública no llega a atender ni a la mitad de los trastornos mentales existentes, y tal y como recoge el medio de comunicación Crític en un reportaje sobre juventud y salud mental, los centros de desarrollo infantil y de atención precoz (CDIAP) y los centros de salud mental infantil y juvenil (CSMIJ) están saturados. Falta formación en este ámbito para pediatras y docentes, y también faltan profesionales y nuevas especialidades, las familias se sienten impotentes y la ratio de psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes en Cataluña es de 9, la mitad de la media europea. La probabilidad de sufrir un trastorno mental se ha duplicado en cinco años, incidiendo doblemente en los niños y las clases sociales más vulnerables. De hecho, los datos asistenciales del Hospital Sant Joan de Déu ponen de manifiesto el incremento del 47% de los pacientes atendidos en urgencias por motivos de salud mental en el primer trimestre del año, en comparación con el mismo período de 2020, con un aumento del 27% de las tentativas de suicidio según el programa Código Riesgo Suicidio. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 10% y el 20% de los adolescentes experimentan trastornos mentales, la mitad de los cuales se manifiestan antes de los 14 años. 

La probabilidad de sufrir un trastorno mental se ha duplicado en cinco años, incidiendo doblemente en los niños y las clases sociales más vulnerables.  

La responsable del Área de Rehabilitación y Adicciones de Osonament, Judith Martínez también habla de esta realidad y pone de manifiesto los trastornos mentales más frecuentes en la comarca: “De los 106 jóvenes que atendimos el año pasado, los diagnósticos con mayor prevalencia son los trastornos psicóticos, entre los que predomina el de esquizofrenia, los trastornos de conducta, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el trastorno del espectro autista (TEA). A menudo, estos trastornos se presentan acompañados de consumo de sustancias”. La situación alarmante no pasa desapercibida por los propios jóvenes, que hace pocas semanas salían a la calle para reivindicar un aumento de los recursos en salud mental y una mejora de las condiciones sociales. De esta correlación entre salud mental y condiciones sociales, habla la psicopedagoga y psicoterapeuta de Ranura, Tània Casanova: “Hay problemas de salud mental que tienen que ver con injusticias sociales y de contexto social; si la sociedad fuese más igualitaria, todo iría mejor. Los jóvenes sufren y, desde la pandemia, todo se ha hecho más evidente, pero no es únicamente fruto de la pandemia: es un tema social, laboral, de las nuevas tecnologías, del cambio de la definición de la identidad personal combinada con la identidad digital, de la inmediatez… Cuestiones que a los jóvenes les afectan particularmente porque se encuentran en un momento de desarrollo. Falta educación emocional en los centros y personas especializadas que puedan atender esta necesidad, porque el profesorado no está preparado para ello. Hace falta más prevención; actualmente, a los temas de salud mental solo se les atiende cuando la situación ya empieza a ser bastante compleja y, sin embargo, carecen de recursos”, asegura. Que el gasto gubernamental en salud mental en todo el mundo represente el 2,1% del gasto sanitario es un dato suficientemente significativo para darnos cuenta de que todavía hay mucho trabajo por hacer.   

[La salud mental] es un tema social, laboral, de las nuevas tecnologías, del cambio de la definición de la identidad personal combinada con la identidad digital, de la inmediatez… 

Con todo, según apunta la gerente de Osonament, Mercè Generó, parece que las instituciones públicas catalanas se están poniendo las pilas en este ámbito: “Estamos trabajando codo con codo con la Generalitat de Catalunya, que desde hace unos meses, alineando con las recomendaciones de la OMS, desarrolla el Pacto Nacional de Salud Mental para que todas las consejerías se impliquen en este ámbito y se aborde de manera transversal, haciendo un cambio de mirada y poniendo el foco en la prevención por dejar en segundo plano el modelo intervencionista que había hasta ahora”, dice. En esta línea, Casanova sostiene que la salud mental es una cuestión que debe trabajarse desde la base: “Los temas de salud mental tienen que ver cómo se constituye el carácter y cómo nos ayudan a desarrollarnos: las familias tienen bajas de maternidad y paternidad muy cortas, que no permiten realizar una cobertura de la salud mental y de la regulación emocional; si este acompañamiento pudiera realizarse bien, sería una buena prevención, pero en España actualmente no se hace prevención en la primera infancia”.  

“A los temas de salud mental solo se les atiende cuando la situación ya empieza a ser bastante compleja y, sin embargo, carecen de recursos” 

 La correlación entre salud mental y pobreza tiene un papel muy importante a la hora de entender este incremento cualitativo y cuantitativo en cuanto a los trastornos graves y el malestar emocional que afecta a los jóvenes: lo plasma la Encuesta de salud de Cataluña, que pone de relieve el hecho de que los jóvenes que viven en entornos de vulnerabilidad social tienen el doble de riesgo de sufrir un problema de salud mental (13,5%) frente a los de clases más favorecidas (6%). Conscientes de esta realidad, los programas de la Fundación Impulsa prevénel trabajo emocional con los jóvenes para incluir en su experiencia educativa una visión de la salud mental libre de estigmasa través de formaciones en crecimiento personal y gestión de las emociones, así como del acompañamiento del equipo psicopedagógico de la entidad. Lo explica la responsable de Programas, Marta Miró, que manifiesta que en el último curso la Fundación Impulsa ha atendido a una veintena de casos de jóvenes con problemas de salud mental: Tener una buena salud mental es lo que garantiza que los jóvenes puedan continuar con los estudios y sacar adelante su proyecto de vida y, por tanto, es un aspecto que tenemos muy presente. Ahora mismo, el sistema público en el ámbito de intervención psicológica es poco intensivo y, en el caso de detectar la necesidad, intentamos activar otros servicios, porque la mayoría de los jóvenes no pueden acceder a servicios privados de psicología. En la misma línea, en estos casos desde el equipo psicopedagógico también ofrecemos un acompañamiento a la persona mentora, para evitar que se sienta responsable de la evolución del joven”, detalla. 

 Los programas de la Fundación Impulsa prevén el trabajo emocional con los jóvenes para incluir en su experiencia educativa una visión de la salud mental libre de estigmas a través de formaciones en crecimiento personal y gestión de las emociones 

A su vez, Obertament destaca la importancia de la sensibilización entre los jóvenes, ya que hay datos que reflejan que la realidad en el entorno educativo deja mucho espacio al estigma por razones de salud mental, lo que pone de manifiesto una necesidad de mejora: según el informe El estigma y la discriminación en salud mental en Cataluña 2016, el 18,9% de las personas con trastorno mental han sido discriminadas por parte de algún docente, y el 29,5%, por los compañeros y compañeras. Esto provoca que, por el miedo a ser discriminadas, el 51,3% de estas personas deciden ocultarlo al profesorado, y el 53%, a los compañeros y compañeras, lo que puede comportar la voluntad de retraimiento social o de abandono del centro. Habla de esta situación la directora de la Fundació Privada Horitzó de El Berguedà, Eva Sánchez: “En la comarca conocemos casos de jóvenes con problemas y trastornos de salud mental a los que no estamos atendiendo porque cuesta mucho que hablen; a menudo no son conscientes de lo que les ocurre o no quieren reconocerlo por miedo al estigma. Tenemos constancia de algún caso de aislamiento en casa incluso y, por tanto, es muy importante que se hable de salud mental y que trabajemos en la lucha contra el estigma”. 

Según la OMS, una de cada cuatro personas sufrirá un problema de salud mental a lo largo de su vida, el 75% de los cuales comienzan antes de los 18 años. En los últimos veinticinco años, la situación se hace más patente que nunca, con un aumento del 75% de la depresión y la ansiedad entre los adolescentes. La mayor macroencuesta jamás realizada en Cataluña sobre salud mental en la adolescencia, con una muestra de 267.000 jóvenes de entre 10 y 18 años, revela que el 5,9% de encuestados tiene con frecuencia pensamientos sobre autolesionar o dañarse.